Estados Unidos experimentó en secreto con su propia gente
por Ernesto Carmona*
"Hay un principio no escrito
que dice que los poderosos y privilegiados
deben tener capacidad de hacer lo que quieran
(por supuesto esgrimiendo nobles motivos).
El corolario es que la soberanía
y los derechos democráticos de la gente
en este caso deben pasar de ser
(y esto es lo dramático) refractarios
a ser objeto de experimentos
cuando las grandes empresas de EE. UU.
pueden sacar tajada del experimento".
Noam Chomsky,
El control de nuestras vidas, 2000.
que dice que los poderosos y privilegiados
deben tener capacidad de hacer lo que quieran
(por supuesto esgrimiendo nobles motivos).
El corolario es que la soberanía
y los derechos democráticos de la gente
en este caso deben pasar de ser
(y esto es lo dramático) refractarios
a ser objeto de experimentos
cuando las grandes empresas de EE. UU.
pueden sacar tajada del experimento".
Noam Chomsky,
El control de nuestras vidas, 2000.
Setenta y tres escolares de una escuela pública de Massachusetts
recibieron cucharadas de isótopos radioactivos junto con la avena con
leche que les daban en el desayuno de cada mañana. En 1945 la ciencia
militar estadounidense ya conocía el poder destructivo de la energía
atómica pero sabía poco sobre el efecto radioactivo en los seres
humanos.
Desde los años 40 hasta la década de los ’90, Estados Unidos
experimentó armas químicas y bacteriológicas con los habitantes de su
propio país, revelan hoy documentos secretos desclasificados. Los jueces
rechazaron las demandas de reparación de las familias de las víctimas
invocando la doctrina de "la inmunidad del gobierno".
En 1994, William Clinton ofreció "disculpas sinceras", aduciendo que
una "nueva generación de líderes" no repetiría esas prácticas, en un
cuestionamiento ético tildado por otros de simple "traición". Hoy
podrían existir otros abusos secretos.
Algunos atentados
En
la década del 40 se inyectó plutonio a pacientes de hospitales, se hizo
ingerir radioisótopos a los escolares y mujeres embarazadas bebieron
hierro radiactivo.
Desde fines de los ‘40 hasta los ‘50, estadounidenses, canadienses y británicos rociaron bacterias en Las Bahamas.
En
los ’50, las tropas fueron sometidas a la radiación de las pruebas
nucleares en la atmósfera, para conocer sus efectos en la infantería.
En 1950, las FF.AA. bombardearon San Francisco, Key West -Florida- y Ciudad de Panamá con bacterias serratia marcescens, sin advertir a la población.
En
1952/53 dispersaron nubes de partículas sintetizadas de sulfuro de
zinc-cadmio sobre los alumnos de la escuela Clinton de Minneapolis
(Minnesota); Saint Louis, el Fuerte Wayne, el Valle del Monocacy
(Maryland), Leesburg (Virginia), otros estados del centro y Winnipeg
(Canadá), "para ver cuánto se dispersarían".
En 1965, agentes del Ejército soltaron el bacilo globigii en el aeropuerto nacional de Washington y en la terminal de autobuses Greyhound.
En 1966, difundieron bacterias sustilus varilus en la estación Broadway, Nueva York.
Expedientes del plutonio
Estas puntas del iceberg parecen de ciencia ficción. Pese a que están
cubiertos de silencio, ilustran la vocación terrorista del gobierno de
EE.UU. ...con su propia gente.
Aunque no es fácil obtener información, la verdad termina siempre por
saberse. Una investigación de la periodista Eileen Welsome documentó en
1993 la historia de 18 casos de radiación en el libro The Plutonium
Files: America’s Secret Medical Experiments in the Cold War (Los
archivos del plutonio: experimentos médicos secretos durante la Guerra
Fría).
El trabajo de Welsome sobre los expedientes secretos desclasificados
impresionó a Hazel O’Leary, secretaria de Energía de Clinton, quien
promovió una investigación que en 1994 fue muy resistida por "insólita".
Welsome reveló que 73 menores indefensos de una escuela de Massachusetts
ingirieron isótopos radiactivos en la avena del desayuno, una mujer de
Nueva York fue inyectada con plutonio por los médicos del Proyecto
Manhattan -la bomba atómica- que le atendían un desorden pituitario,
mientras 829 embarazadas bebieron "cócteles vitamínicos" en una clínica
de Tennessee, pero en realidad contenían hierro radiactivo.
El gobierno de Clinton formó una comisión -presidida por Ruth Fade-
para investigar los casos de radiación en seres humanos denunciados por
Welsome. Sin embargo, el informe no satisfizo porque no hubo culpables.
Sólo las disculpas del Presidente.
Otras investigaciones
Cuarenta años después, una ex alumna de la escuela Clinton -de un
típico barrio de clase obrera- descubrió que cuatro compañeros murieron a
los 40 años de edad por enfermedades atribuidas a las pruebas químicas.
La mayoría padeció asma, sufrió neumonía y otras enfermedades
respiratorias, pero en un juicio sin culpables se impuso el principio de
la "inmunidad gubernamental". El Ejército aseguró que sus pruebas
resultaron inocuas y garantizó que las enfermedades fueron una
coincidencia.
En la mitad de los ’70, el San Francisco Chronicle denunció -un
cuarto de siglo después- el evento serratia marcescens. Hubo reclamos de
los nietos de 11 víctimas hospitalizadas por infecciones urinarias y
respiratorias severas, entre ellas un hombre que murió, pero de nuevo
los jueces impusieron la doctrina de "inmunidad gubernamental". Además,
el Ejército aclaró que las bacterias causantes del daño humano no fueron
las suyas. Otra coincidencia.
Leonard Cole, autor de The Eleventh Plague: The Politics of
Biological and Chemical Warfare (La plaga décimo primera: la guerra
química y biológica), documentó numerosos otros casos. No es fácil
conseguir información sobre estas violaciones a los derechos humanos en
el país gendarme de la democracia mundial. La Red de Noticias de Salud
(Health News Network), del Proyecto Libertad de Derechos Humanos de
Winston-Salem, Carolina del Norte, ofrece reimpresiones de documentos
gubernamentales desclasificados.
Más pruebas en humanos
En 1977, las audiencias del Comité de Inteligencia del Senado sacaron
a la luz que entre 1949 y 1969 se realizaron 239 pruebas secretas de
agentes biológicos aéreos, 80 con bacterias vivas. Las FF.AA. afirmaron
que sus bacterias tampoco eran nocivas, pero en varios casos se comprobó
lo contrario. En 1994, un experto en guerra biológica declaró que por
20 años el Ejército soltó nubes de microbios "simulados" y agentes
químicos en cientos de zonas pobladas, causando enfermedad y muerte en
humanos y animales.
Las audiencias revelaron que la CIA hizo experimentos secretos
(1956-1961) de control mental con el programa MK-Ultra en numerosas
ciudades. Sus agentes introducían alucinógenos -LSD y mescalina- en las
bebidas sin que los "conejillos" se percataran y se quedaban a
"observar".
Muchos "sujetos" se enfermaron y dos murieron.
Entre 1944 y 1974, el ministerio de Defensa (Pentágono) y la Comisión
de Energía Atómica estudiaron en miles de personas los efectos nocivos
dle material radiactivo e inyecciones de plutonio. Un comité del
gobierno informó en 1965 que se realizaron 4.000 experimentos en docenas
de hospitales, universidades y bases militares, por lo general sin
permiso ni conocimiento de los "conejillos".
Pedro Albizú Campos
En 1931 el Dr. Cornelius P. Rhoads, se traslado al Hospital Presbiteriano de San Juan para "estudiar la anemia en Puerto Rico",
con financiamiento de la Fundación Rockefeller. Lo que realmente hizo
fue inyectar a los anémicos con células de cáncer y elementos
radiactivos y aplicarles radiación para estudiar sus efectos. En una
carta a su amigo F.W. Stewart, confesó haberle dado muerte a 8
pacientes.
Más tarde, Rhoads dirigió de guerra biológica en Maryland, Utah y
Panamá. También integró la Comisión de Energía Atómica, donde organizó
experimentos de exposición a la radiación con soldados y pacientes de
hospitales.
En 1951, el líder patriota Pedro Albizú Campos denunció desde la
cárcel La Princesa de San Juan que estaba siendo irradiado y que los
estadounidenses utilizan a Puerto Rico como un laboratorio.
Desde los ‘40 hasta la década de los ’90, en Panamá se probó gas
mostaza, VX, sarín, cianuro de hidrógeno y otros agentes neurotóxicos.
En los primeros experimentos se aplicó las sustancias a los soldados con
consecuencias trágicas, en tanto en los años 60 y 70 se hicieron
pruebas del agent orange y otros herbicidas tóxicos en las selvas de
Panamá, similares a los campos de batalla de Vietnam.
En la invasión a Panamá de 1999, los habitantes de Pacora -en las
montañas cercanas a la capital- fueron bombardeados con un agente
químico que les quemó la piel, les produjo escozor y les provocó
diarreas. El ejército dejó muchos sitios contaminados con residuos de
armas químicas, además de numerosos proyectiles que no detonaron.
Los experimentos químicos y biológicos "descentralizados" son como el
pan de cada día en Cuba. La variedad del mosquito Aedes aegypti,
transmisor del virus del dengue hemorrágico, fue desarrollado por
especialistas en guerra biológica e introducido en la isla en 1984,
según confesó Eduardo Arocena, cabecilla de la organización terrorista
Omega 7, en un juicio celebrado en 1984 en EE.UU.
Todo vale en EE.UU.
Los ataques con ántrax perpetrados en EE.UU. en 2002
utilizaron cepas Ames, desarrolladas en laboratorios de Iowa y
utilizadas por el Ejército en los ‘60 para fabricar armas virulentas.
Los experimentos con el ébola se desarrollaron en el Instituto de Investigación de Enfermedades Infecciosas del Ejército en Fort Detrick (Maryland).
Entre 1942 y 1945, los Servicios de Guerra Química experimentaron el
gas mostaza en unos 4.000 militares y en centenares de Adventistas del
Séptimo Día que eligieron prestarse como conejillos de india en lugar de
servir en el Ejército. El registro de las experimentaciones humanas en
EE.UU. podría albergarse en una gran biblioteca.
El servicio de Salud Pública decidió actuar contra el pelagra -una
deficiencia de niacina- recién en 1935, después de observar impasible
durante 20 años los estragos mortales del mal en la población negra
azotada por la pobreza. En 1940, 400 presos de Chicago fueron infectados
con malaria, para probar los efectos de nuevas drogas contra esa
enfermedad.
El mismo servicio experimentó en los años 30 la sífilis Tuskegee en
200 hombres de la comunidad negra de Macon County, Alabama. Y una vez
que comenzó la producción industrial de penicilina tampoco los curó. El
SIDA, que apareció en los ’80 entre la población negra de Haití y en
algunos países africanos, bien puede ser otro artilugio del arsenal
biológico estadounidense. Todo es posible para los líderes de ese gran
país.
Estuve leyendo sobre los experimentos de Estados Unidos y los casos de sífilis en Guatemala y descubrí información que ya no es clasificada......
Ver mas....... http://www.amcmh.org/PagAMC/downloads/ads86.htm
Exposed: US Doctors Secretly Infected Hundreds of Guatemalans with Syphilis in the 1940s
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